2 de febrero de 2015

Noches buenas

- ¿Y si te cuento un cuento para que puedas dormir?
- No. Olvídalo. Odio los finales felices.
- ¿Y si me invento uno… con final triste?
- Pero… ¿mucho?
- Trágico.
- ¿Me lo prometes?

Él asintió convencido y prosiguió.
- A ver... Érase una vez una mujer que se vestía de hierba. Bueno, en realidad, ella era la naturaleza. Unos días se reencarnaba en fuente y otros en río. A veces aparecía volando entre cascadas, y otras sentía cómo las raíces se agarraban a ella, como si tuvieran miedo de caer. Era incorpórea, era como la fuerza que mantenía todo el caos en orden…
Ella levantó una ceja, nada contenta.
- Y murió, ¿no?
- Descuartizada.
- Pero era incorpórea - Le retó sonriendo.
- Pero es que justo el día que su mayor deseo se cumplió y le regalaron el don de poseer cuerpo y encontrar el amor verdadero, un loco se cruzó por su camino y la mató lenta y dolorosamente.
- Mmmmm me encanta - Le respondió sonriendo y cogiéndole de la camisa para acercarle hacia sí - Tú sí que sabes hacerme feliz. Buenas noches.
Y durmieron juntos e infelices todos los días de su vida.

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