30 de diciembre de 2013

Situamarse

Se alejó porque le estaba queriendo con locura.
No de bonito, sino de enfermedad.


Y desde allí lo podía ver. 
Y no era amor.

2 de noviembre de 2013

A base de todo.

Estaba hecha de vuelcos y miserias. De miradas desde los ventanales. Y de tazas humeantes. Estaba hecha de todo lo que no le recordaba a él. Y sin embargo, lo hacía.

5 de septiembre de 2013

Y no estás

Le habían fallado tantas personas y veces, que sabía que ya nunca podría decir aquello de:- Siempre estuviste ahí.
Porque el caso es que no había nadie ahí.

17 de julio de 2013

Sec 1. Exterior. Noche.

Bajó del autobús, y se dejó llorar. Con motivo y sin razón. Perdida. Era su propio momento de película. Basada en hechos demasiado reales. Su drama. De esos de silencios y planos largos. De los de vacíos y miradas ausentes. De los de volver de noche a casa. Sola y temblando. De esos de imágenes desgarradoramente frágiles, de las que te van descomponiendo el alma de una forma tan delicada que no puedes dejar de mirarlas. De los de meterse en la ducha deslizándose por la pared y sin que nadie llame a la puerta.

30 de mayo de 2013

Cumploaños


Año en el que hice el camino de Santiago, descendí el Sella, fui a un trocito de Portugal, corrí por Sevilla y pasé una Nochevieja en Madrid. Año de conciertos y electrocardiogramas, de análisis y cámaras. De ordenadores y risas. De lágrimas, fiestas y latidos. De abrazos y cafés descafeinados. De noticias embarazosas y cachitos de felicidad. Año de tele y de infarto, año de ver crecer a mi sobrinito y esperar el siguiente. Año lleno, realizado, viajado, sufrido, disfrutado y vivido. Año bonito, bastante bonito.

9 de abril de 2013

Lo peor de irse



Que nunca estás del todo en ninguna parte. Volver y aceptar que hay quien no te espera, y quien nunca lo ha hecho. Sentirte desvinculada de todo y otro poco de todos. Recordar  todos los lugares en los que no has estado. Que no quede nada donde está todo. Decorar recuerdos y al volver descubrirlos difuminados. Agudizar cada sentimiento, hasta la saciedad. Explotar en infinitas palabras. Cronometrar cada día, cada vuelta. Sentirte lejos incluso cuando ya estás. Las manos frías. Pensar mucho más de lo que sabes que vas a hablar. Despertar sin recordar dónde estás, abrir los ojos y volver a cerrarlos. Dolerte. Medir la distancia en tiempo, y los días en kilómetros. Sentir la fragilidad en cada ventana, en cada noche. Volver a dolerte. Perder el norte sin haberte movido y repasar el nombre de todos. Volver a alinear tus sentimientos y mantenerlos en el lado correcto de la cordura, la que jamaste quisiste pisar. Aprender a relativizar y otras teorías. Disfrutar a medias, y vivir entera. Perderte cada vez que intentas cambiar de camino, perderte andando con tacones y temblando. Saber que te tienes a ti. Sólo. Sola. Los momentos azules y las noches blancas. El miedo. La continua sensación de que no vas a quedarte. Y las sesenta decisiones por minuto. Las esperas en las estaciones, sobre todo en el invierno. Despedirte. Despedirte otra vez. Los días de insomnio.  Y volver, lo peor de irse, sin duda.

17 de febrero de 2013

Le subió a sus rodillas para tratar de explicárselo una vez más.

-A ver cariño, es como si cogieran una cuchara de esas de hacer bolas de helado, ¿sabes cuáles te digo? Bien, pues, como si con una de esas, te fueran vaciando por dentro: los músculos, los huesos, los órganos, las vísceras...todo ¿Lo entiendes ahora, mi vida?

- Creo que ya sí. Yo tampoco querré a nadie más que a ti, mamá.

10 de enero de 2013

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