4 de julio de 2012

Postal de verano


Veraneábamos en  esa  aldea en   mitad de ninguna parte y ¿recordáis
lo mejor? No necesitábamos más.  Apenas unas horas de sol, y  muchas
de luna. Tan sólo unas cuantas   estrellas mal puestas, y unas pecas
estratégicamente  colocadas .    Creo que fue la época en que me hice
adicta  al  café después  de     comer y  antes  de  hablar, a  los  cigarros a escondidas  y  a      querer querer. A las pipas de calabaza recién cogidas, y a     las historias de miedo. A  entrar    en  cementerios y  salir  de     casas abandonadas. A todo lo que nos  diera miedo y curiosidad.   A bailar un bals, aun sin saber y pedir  otra. A  recorrer  los    pueblos de alrededor, buscando aquellos lugares en los que      la noche duraba más. A disfrazar la verdad, y ensalzar las mentiras.  A  disfrutar como

                                                              
                                                                  Forma de vida.
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